Somatización en el acoso escolar

El acoso escolar o bullying es un problema real que atañe aproximadamente a 2 de cada 10 niños, niñas y adolescentes en sus centros educativos. Imagina por un momento lo que implicaría para ti ir cada día, sin tus personas de referencia, a un entorno donde estás siendo humillada, ridiculizada, excluida de los juegos, desplazada… y un largo etcétera de actos violentos que aún tenemos demasiado normalizados. Como mínimo sería aterrador. Y de este terror, entre otras muchas variables que participan en los casos de bullying, es que surge el silencio.

Lo que el niño o la niña no puede nombrar, por miedo a las represalias o por la propia indefensión que genera recibir un daño continuado, lo va a nombrar su cuerpo. Por ello es frecuente en personitas que están siendo víctimas de bullying las llamadas repetidas del centro escolar indicando fuertes dolores de barriga, las visitas recurrentes al médico sin obtener respuestas, los dolores de cabeza frecuentes, nauseas, mareos, insomnio, pesadillas recurrentes, irritabilidad continuada, nerviosismo intenso cuando se acerca la hora de ir al cole, malestares diversos de aparente causa desconocida. Todo ello y mucho más es lo que se conoce como somatización: es decir, manifestar a nivel orgánico un conflicto emocional que no se está pudiendo reconocer y abordar de manera consciente por parte del niño. Y por mágico que parezca, es el sistema natural del estrés expresando su necesidad de regulación a través de estos signos de alerta.

Es cierto que nuestros hijos pueden presentar este tipo de somatizaciones a causa de multitud de conflictos que pueden pasar inadvertidos desde el prisma adulto (problemas familiares, excesivo uso de pantallas, necesidades específicas de apoyo educativo, etc.), por lo que se suele requerir de una exploración más profunda para determinar las causas del malestar psíquico. Sin embargo, es importante que sepas que la somatización siempre quiere dar un mensaje para conseguir la regulación emocional y la vuelta a un estado de calma. La somatización nos hace sí o sí dirigir la mirada hacia nuestros pequeños, que tanto necesitan de nosotros para moverse con seguridad en el mundo de sus iguales, más allá de la seguridad del hogar.

Patricia Megías García, Directora de Neurohábilis, Psicología y Salud Emocional. Coordinadora área Psicoterapia Infantil-Familiar.

Foto de Andrik Langfield en Unsplash

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